LIMOSNA

  • Quien da limosna para salvar almas, tendrá por recompensa salud y vida larga. (XVIII, 470).
  • Para conseguir limosnas, es preciso que el pueblo comprenda que aún para conseguir ventajas temporales del Señor, le conviene contribuir; y por el contrario, la avaricia para con las obras de Dios, puede atraer la maldición del cielo. (IV, 289)
  • Dios es infinitamente rico y de una generosidad sin límites. (XIII, 109).
  • Tened fe, rogad mucho, pero acompañad vuestras peticiones con alguna obra de caridad. (X, 92).
  • Dad y se os dará -dijo el Señor-, y no: prometed y se os dará. Por eso adelantad vuestras obras, para obligar a Dios a ayudaros. 
  • El dinero es la llave que sirve para dos cerraduras: nos abre el cielo o nos abre el infierno.  (XV, 519).
  • Quien no es generoso con Dios, fácilmente se olvida del Señor. (VI, 329).
  • Quien no sea generoso con Dios, pocas esperanzas podrá abrigar para conseguir gracias extraordinarias. (XVIII, 30).
  • Para dar limosna no es necesario ser rico. (VI, 223).
  • No son los ricos los que hacen un bien dándonos limosna, sino somos nosotros los que les hacemos un favor a ellos brindándoles ocasión para ganar méritos. (X, 1129).
  • El buen Dios premiará con el Paraíso a los que dan su vida por las almas e igualmente a los que ayudan a los misioneros.  (XII, 316).
  • En la persona de los pobres y sobre todo de los más abandonados, debemos ver representado al Salvador. Por lo mismo no son los niños pobres los que demandan vuestra caridad, sino es el mismo Jesús, en la persona de sus pobres. (XIII, 109).
  • El Evangelio no dice: «Dejad lo superfluo a los pobres después de vuestra muerte», sino: «Dad lo superfluo a los pobres en vida». (XIV,258).
  • Algunos se imaginan que dar limosna es un consejo y no un precepto; por lo tanto no se cuidan de sus obligaciones; pero están en un error fatal, pues, quien no hace obras buenas en este mundo arrastra consigo otras almas a la perdición, como lo hemos visto en la parábola del rico Epulón. (XIV, 546).
  • Dios hizo al pobre para que gane el cielo con su paciencia y resignación; pero hizo al rico, para que se salve mediante la caridad y la limosna. (XV, 518).
  • Algunos creen que hacen bastante, dando alguna que otra limosna, brindando rara vez algún socorro con ostentación. Están en un error. Jesús manda dar limosna: «¡Lo superfluo, dadlo a los pobres!». (XV, 518).
  • He vivido entre pobres y tuve que visitar a ricos. En general he visto que dan poca limosna, y muchos señores no hacen buen uso de sus riquezas. (XV, 527).
  • Para dar gracias al Señor conviene acompañar nuestras preces, además de las palabras de agradecimiento, con alguna limosna. (XVI,121).
  • Las manos de los pobres llevan nuestras limosnas al Cielo. Dar a los pobres nuestro óbolo, es como depositarlo en las mismas manos de Jesucristo. (XVII, 70).
  • Si queréis obtener con más facilidad cualquier gracia, haced primero vosotros la gracia, o sea, dad vosotros alguna limosna, antes que Dios y laVírgen os concedan el favor deseado. (XVIII, 509).