PRUDENCIA

  • Sé severo contigo mismo y benévolo en juzgar a los demás. (P.M.5).
  • Sed prudentes al juzgar. (IV, 439).
  • Reguláos siempre, de tal manera, que en cualquier momento que llegue la muerte, os encuentre preparados. (XII, 608).
  • No se tome ninguna resolución sin haber pedido antes consejo. (XI, 300).
  • Cuando estéis excitados no toméis ninguna resolución. (XI, 515).
  • No existe ninguna ventaja material que pudiera compensar un solo daño moral. (V, 556).
  • Los defectos ajenos hay que soportarlos, aunque fueran en nuestro perjuicio. (XIII, 880).
  • ¿Sabes lo que te hace falta para salvar tu alma?. Un poco de buena voluntad. (P.M.41).
  • En las cosas de gran importancia, como sería la elección de estado, consultad siempre al Confesor. El Señor dice que el que lo oye, escucha la voz del mismo Dios. (III, 94).
  • No tengas por amigo a quien te alabe. (III, 617).
  • Olvida los favores hechos, pero no los recibidos. (III, 617).
  • Trata de aprender aquellas cosas de las cuales no tengas que arrepentirte en tu vejez. (VII, 581).
  • El superior debe tener tres cualidades especiales: 1º. Siempre dispuesto a perdonar; 2º Parco en castigar; 3º. Pronto en olvidar. (VIII,446).
  • Para evitar rivalidades y hostilidades debo tener el método que siempre he seguido hasta el presente: hacer sin hablar. (IX, 391).
  • Creedme que es una gran fortuna aprender con experiencias ajenas. Tener que aprender por experiencia propia es una desgracia. (XII,365).
  • Las innovaciones deben introducirse poco a poco, casi insensiblemente. (XII, 385).
  • El pasado debe ser maestro del futuro. (XII, 800).
  • Usemos la prudencia de la serpiente tratando de salvar almas, sosteniendo inviolablemente los buenos principios, respetando y respaldando a las personas. (XIII, 618).
  • El hombre honesto, cuando no se le cree, debe guardar silencio. (XIV, 175).
  • Solamente en caso de inmoralidad deben ser inexorables los superiores. Es mejor correr el riesgo de alejar de la Casa a un inocente, que retener a un escandaloso. (XVII, 112).
  • Somos hombres y tenemos que obrar humanamente. (XVII, 201).
  • Recordad que no basta saber las cosas, sino hay que practicarlas. (XVII, 630).
  • Preocupáos de lo que el Señor podrá pensar de vosotros y no de aquello que, ya sea en bien, ya sea en mal, digan de vosotros los hombres. (XVIII, 329).
  • Si queremos que prosperen nuestros intereses espirituales y materiales, hagamos primeramente prosperar los intereses de Dios… con nuestras limosnas. (XVIII, 509).