VIRTUD

  • Los que verdaderamente quieren llegar a ser algo grande, necesariamente tienen que comenzar desde muy jóvenes a abrazar el camino de la virtud. (VI, 99).
  • La buena educación es el germen de muchas virtudes. (VI, 211).
  • Es más importante una virtud constante, que las gracias extraordinarias. (VI, 979).
  • Un joven que no es capaz de soportar una injuria sin venganza y que no es capaz de tolerar una reprensión, aunque fuera injusta, de sus superiores, y más aún de sus padres, está muy atrasado en la virtud. (VII, 292).
  • La obediencia es el camino menos difícil y el más seguro para adelantar en todas las virtudes. (VII, 694).
  • Dios nunca abandona al joven virtuoso. (IX, 567).
  • No podremos nunca pretender que nuestros dependientes practiquen la virtud que nosotros no ejercitamos. (X, 1105).
  • No es el hábito el que honra al religioso, sino la práctica de la virtud. (I, 373).
  • Las diversiones mundanas traen siempre el riesgo de arruinar la virtud, especialmente la delicadísima virtud de la castidad. (I, 421).
  • La primera virtud de un joven es la obediencia a su padre y a su madre. (III, 166).
  • Las buenas costumbres conducen a la virtud y nos dan una certeza moral de salvarnos. (III, 607).
  • Suelen alejar a un joven de la virtud: los malos compañeros, el exceso en el beber, el acaloramiento en el juego y la costumbre de fumar. (III, 607).
  • Las virtudes que constituyen el más bello adorno de un joven cristiano son: la modestia, la humildad, la obediencia y la caridad. (IV,748).
  • Donde hay castidad, allí estarán las demás virtudes, pues ella las atrae. Donde no hay castidad, las demás virtudes desaparecen como si no existieran. (XII, 224).